Su historia de calamidades daría para un serial televisivo; pero ahí está, jamás pierde la sonrisa. Es enjuta, con el pelo corto y blanco, y la cara llena de arrugas; esas que algunos dicen que son cicatrices de la vida.
– ¿Cuántos nietos tiene usted?
– Va pa diecisiete, y tres biznietos. Es que… con siete hijos, ya me dirá usté. Y uno en prisión… ¡las malas amistades!
Ha recogido a su nuera y los tres críos que tiene; y eso que tiene al marido casi inválido.
- ¿De dónde saca fuerzas para todo, Isabel?
- ¡Si ahora es cuando mejor estoy! Antes tenía a tos en casa…. A mí me gusta que encalaabuela tengan su refugio. Y cuando encuentran curro, se van. Así tiene que sé.
Como la ínfima paga del marido le daba para poco, acudió a Cáritas, y de ahí la derivaron al Economato. Allí va cada semana, con su carrito y alguno de los nietos; todos muy educados. Es ejemplar; muy desprendida, y lleva las adversidades con alegría.
Da que pensar, que tantos premios que se dan, no les llegue nunca a estas personas increíbles. Y que las tengamos escondidas….